¡¡¡Ay su padre debe estar revolviéndose en la tumba!!!! Dicen rasgándose las vestiduras los vecinos
escandalizados…
Y es que en líos de herencia se produce material en abundancia para una novela de
terror llena de personajes cargados de vergonzosos
sentimientos y resentimientos. En esta pelea a muerte el punto crítico de la acción estalla cuando aparecen como por arte de magia unos supuestos
parientes lejanísimos que nunca nadie había oído nombrar. Y no faltan los intrigantes de
oficio que aprovechan para pescar en río
revuelto y los que “asesoran” y ganan más
en la medida en que peor se pone el pleito.
Generalmente cuando recibes una herencia te cae sin haber trabajado por ella, porque hasta
la herencia genética viene sin tu
participación; a diferencia de cuando
ganas la lotería porque por lo menos has comprado el boleto.
El caso insólito es
que las más grandes herencias, las
realmente importantes, quedan muchas veces sin reclamar y se pierden
tristemente en las siguientes generaciones. Esa herencia de abuelos y padres llenos de grandes valores,
honestos, trabajadores que construyeron su familia con grandes sacrificios y montones de alegrías.
Al paso del tiempo, lamentablemente los herederos no valoraron ese
tesoro que hoy se pierde en hijos que no defienden la vida, corruptos sin el menor gusto por el
esfuerzo ni la cultura, atrapados por ideologías
y antivalores que disfrazados de bien les han envenenado.
Más dramática es la
ignorancia culpable o el desprecio a la herencia de la fe, la de tu familia, esa de
los grandes misioneros que salieron a compartir la fe por todo el mundo, los santos
y valientes mártires que dieron la vida por
Cristo… Ahora los herederos quieren borrar la historia y sustituir la Verdad por
religiosidad a la carta, vacía de Dios.
El detalle es que cuando sacas a Dios de tu
vida… ese espacio lo ocupa otro. Si sacas el Bien, entra fácilmente el mal, se apodera de todo y lo destruye todo.
Cuida tu herencia, defiende tu fe, no dejes que nada ni nadie te manipule ni te arrebate los auténticos valores. ¡Es tiempo de disfrutar y compartir la verdadera herencia como
HIJO DE DIOS!
INA
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